miércoles, 24 de febrero de 2010

Recreo




Recreo el latido que dio vida a mi universo,
que con su fuerza mi corazón desboca,
que deja lágrimas ahora en cada verso
y en cada instante que tu recuerdo toca.

Recreo el deseo que retozó entre mis piernas,
que me prendía en llamas hasta volverme loca.
Hoy mis manos recuerdan las tuyas, tiernas,
y duermo con tu nombre besando mi boca.


--- xxx ---

(Luis Eduardo Aute)

Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra.
Y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre besando mi boca.

Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido.
Sin tu latido.

Que el final de esta historia,
enésima autobiografía de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure,
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva,
lo malo son las noches que mojan mi mano.

Ay, amor mío (...)

Aunque todo ya es nada,
no sé por qué te escondes y huyes de mi encuentro.
Por saber de tu vida
no creo que vulnere ningún mandamiento.
Tan terrible es el odio
que ni te atreves a mostrarme tu desprecio.
Pero no me hagas caso,
lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.

Ay, amor mío (...)


lunes, 22 de febrero de 2010

De nuevo esa canción




Habíamos estado cenando y hablando como tantas otras veces. Relajados, distendidos, divertidos… con la fluidez que siempre caracterizó nuestros encuentros. Ambos sabíamos que nos atraíamos, o yo sabía que me gustabas e intuía que te ocurría lo mismo. Como fuera, nunca lo hablamos, ni lo insinuamos siquiera. Estábamos tan cómodos compartiendo veladas, yendo al cine, a cenar… que no nos atrevíamos a dar un paso más. Nos bastaba con compartir nuestro tiempo.

Aquella tarde me llamaste diciendo que habías alquilado aquella película de la que habíamos estando hablando la semana anterior y me invitaste a tu apartamento para verla. Incluso habías comprado palomitas, dijiste, pero habías olvidado la Coca-cola. Yo la llevé.

La película, tal como esperábamos, nos emocionó. Nos reímos cuando tímidamente nos miramos y descubrimos que los ojos del otro también estaban anegados en lágrimas. Y nos entusiasmamos comentando las escenas que más nos gustaron, y el impresionante papel que representó la protagonista y… Abriste una botella de vino, casi la habíamos terminado cuando decidimos ir a la cocina a preparar algo. No había mucho donde elegir. Tu frigorífico, como casi siempre, estaba medio vacío.

Nos tomamos la segunda botella de vino con la cena, que por escasa decidiste acompañar con unas velas sobre la mesa. También habías puesto música, pero con la conversación ni me enteraba de qué estaba sonando. Sin embargo, el primer silencio de la noche se hizo coincidiendo con los primeros acordes de esa canción. Ambos bajamos la mirada y al volver a encontrarse nuestros ojos sonreímos. No recuerdo si alguno de los dos lo propuso, no recuerdo que nuestras voces hayan roto aquel instante, aunque tal vez sí. No recuerdo cómo ocurrió, pero de repente estábamos abrazados, bailando.

Poco a poco nuestros cuerpos se fueron juntando más. Apoyé mi cabeza en tu hombro, percibí cómo ladeabas la tuya y besabas mi nuca con tu aliento. Tu boca estaba muy cerca, la sentía. Giré mi cabeza lentamente. Mi oreja rozó la tuya, mi mejilla acarició la tuya y nos detuvimos con nuestras bocas muy cerca, sin tocarse. Tu respiración jugaba con la comisura de mis labios, mientras nuestros cuerpos seguían meciéndose al ritmo de esa canción.

Era inevitable (y no queríamos evitarlo, además) y nos besamos como si estuviéramos enamorados, mientras nuestras manos cobraban vida sobre nuestros cuerpos, todavía vestidos, pero por poco tiempo. Antes de terminar la canción ya estábamos desnudos y pudimos comprobar unas cuantas leyes de la química y la física.

Fue una noche inolvidable. Sin embargo, después de ella, dejamos de vernos. No me atrevía a llamarte. Tú tampoco lo hiciste. Hasta hoy, en que volviste a llamarme justo cuando yo estaba escuchando, por primera vez desde entonces, esta canción:

--- xxx ---

Your love is king
(Sade)

sábado, 20 de febrero de 2010

Demasiado tarde




Fue siempre mujer de un solo hombre, ése que la fue desconociendo año tras año, el mismo que anuló su voluntad y cortó sus alas para olvidarla luego en un rincón del mal llamado hogar, el mismo que tras años de convivencia la abandonó a su suerte y la sustituyó por carne más fresca.

Herida, con el cuerpo gastado de tanto deseo sin respuesta, el amor de años acumulado en sus entrañas y disfrazada de mujer ajena salió a ver qué le deparaba la noche. Medio cegada por luces frenéticas y ensordecida por una música desconocida, pudo sin embargo descubrir la verdad.

Regresó a su lecho, sola, con el cuerpo ebrio y el alma maltrecha. Ya poco importaba… Volvía demasiado tarde a la vida.

--- xxx ---

¿Qué hace una chica como tú...?
Burning

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?
¿Qué clase de aventura has venido a buscar?
Los años te delatan, nena. Estás fuera de sitio.
Vas de caza. ¿A quién vas a atrapar?

No utilices tus juegos conmigo
Mujer fatal
Siempre con problemas
Mujer fatal
Siempre con problemas

¿Qué tienes en los ojos, nena, o es que vas a llorar?
Ya sé que alguien pisó tu orgullo en un oscuro portal.
No intentes atraparme. He aprendido a volar.

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?
¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?
¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?

Mujer fatal
Siempre con problemas
Mujer fatal ...

miércoles, 17 de febrero de 2010

Caperucita feroz (y el lobo rojo)


Eva Mendes en el calendario Campari 2008

Nos conocimos en aquel parque tan concurrido. Él participaba en una manifestación por el desmantelamiento de unas instalaciones militares en el centro de la ciudad. Yo corría, enfundada en mi chándal rojo con capucha.

Iba tan absorta escuchando música que no me di cuenta cuando, al pasar a su lado, dio un paso atrás, también sin verme. Chocamos y me caí. Me tendió una mano para ayudar a levantarme. Al tocarla me estremecí (qué mano más grande tienes, pensé, y tan fuerte y cálida).

Al mirarle a los ojos (qué ojos más grandes tienes, pensé, y qué profunda tu mirada) sentí una ola de calor invadiendo mi cuerpo. Fue cuando me habló (qué voz tan sugerente tienes, pensé) para pedir disculpas por el tropiezo, pero no había nada que perdonar. El cuento no había hecho más que empezar.

Sólo dije una palabra, que no fue ordenada por mi mente, sino por mi repentino deseo: “Devórame”. No tuve que repetirla. No tuve que insistir. Decidió abandonar por unas horas sus ideales y yo di por concluida mi carrera.

Su apartamento estaba cerca. Tardamos poco en llegar. Se nos había abierto el apetito de caricias y las prisas nos apuraron el paso.

Tan pronto cerró la puerta nos desnudamos sin pérdida de tiempo (qué... cuerpo más grande tienes, pensé) y nos dimos el primer beso apasionado. “Qué boca más grande tienes”. Esta vez pensé en voz alta. Su respuesta fue la lógica y ansiada: “Es para comerte mejor…”.

Y resultó ser cierto. Nunca me habían comido tan bien.

Nos amamos toda la tarde y casi toda la noche, hasta que exhaustos nos dormimos. Con los primeros rayos de sol entrando por la ventana, despertamos, nos miramos y sonreímos. Supimos al instante qué pensaba el otro…

Pero ése es otro cuento.

--- xxx ---

Caperucita feroz
(Orquesta Mondragón)

Hola mi amor yo soy el lobo
Quiero tenerte cerca para oírte mejor
Hola mi amor soy yo tu lobo
Quiero tenerte cerca para verte mejor

Si con tus garras me quisieras tu abrazar
Si con tus dientes me quisieras tu besar

Hola mi amor yo soy el lobo
Quiero tenerte cerca para hablarte mejor
Hola mi amor soy yo tu lobo
Quiero tenerte cerca para olerte mejor

Yo lo que quiero es tu cuerpo tan brutal
Y lo que adoro es tu fuerza de animal

Si con tus garras me quisieras tu abrazar
Si con tus dientes me quisieras tu besar

Hola mi amor yo soy el lobo
Te he comprado un anillo, un pastel y un yoyó
Hola mi amor soy yo tu lobo
quiero bailar contigo un lindo rock & roll

Yo sólo quiero una noche sin final
en la que ambos nos podamos devorar

lunes, 15 de febrero de 2010

¿Quién puso más?




“¿Quién puso más?, los dos se echan en cara.
¿Quién puso más?, que incline la balanza.
¿Quién puso más calor, ternura, comprensión?
¿Quién puso más? ¿Quién puso más amor?”…


La música que sonaba en el local al que entró para desayunar no era precisamente la más actual. En época de crisis, cualquier tiempo pasado parece mejor. Debe de ser la razón por la que una buena parte de las emisoras de radio insiste en poner y reponer antiguos temas.
Ése fue su primer pensamiento. Sin embargo, crisis hay muchas, y más que la gran crisis económica que está en boca de todos, a ella le preocupaba la suya propia. Tal vez por eso esa vieja canción de Víctor Manuel le gatilló una serie de pensamientos que desencadenó un malestar que la acompañaría el resto del día.


Se había despertado con ánimo. Con el suficiente ánimo para arreglarse, subirse al coche y buscar un lugar agradable para desayunar viendo otros rostros, otras vidas. Se había despertado con la necesidad de huir de la soledad que día a día la convertían en un ser huraño, casi antisocial.
La luz que atravesaba la persiana de madera e inundaba su habitación había contribuido a su deseo de salir al mundo y la había ayudado a vencer la inercia de continuar arropada por las sábanas, adormecida, soñando con una felicidad que, sin embargo, no se esforzaba en buscar.
De un salto, casi, salió de la cama y entró en la ducha sin darse tiempo a pensárselo dos veces. Los jeans que había usado ya toda la semana y reposaban sobre el sillón de mimbre servirían otro día, pero se tomó un tiempo para elegir una camiseta con la que sintiera cómoda y atractiva. Escogió la de color violeta. Se salía del negro habitual sin ser demasiado llamativa; además, marcaba sus curvas lo suficiente para sentirse bella sin parecer buscona. Tras calzarse los botines de siempre decidió maquillarse. Sólo lo justo, un poco de rímel para resaltar sus ojos y algo de color en sus labios. En todo caso, más de lo que acostumbraba. Cuando se miró al espejo antes de salir de casa se sorprendió sonriendo.


Eligió la cafetería de la plaza a pesar del ruido de las obras del estacionamiento subterráneo porque le gustan los pasteles que ofrecen para el desayuno. Cuando entró no se fijó en la música que estaba sonando. Ni siquiera se había enterado de que hubiera música. Estaba tomando el primer sorbo del jugo de naranja cuando la oyó.

“Entre los restos del naufragio y la memoria,
como una sombra, se alza en sus vidas
un tercero que no nombran, pero que estorba
y pone hielo en esta historia”.

Fue la voz de Víctor Manuel lo primero que llamó su atención. Tantos años sin oírla. E inevitablemente los primeros versos la sumergieron en la canción, conocida y olvidada ya. Y la escuchó como si fuera la primera vez. A fin de cuentas, nunca antes la había escuchado en su actual situación.
Ensimismada en sus pensamientos, preguntándose quién puso más en su propia historia de amor, o de desamor, terminó el desayuno sin darse cuenta, pagó y abandonó el local con un rostro completamente diferente al que tenía cuando entró. Ya no había brillo en sus ojos. Ya no había ganas en su caminar. Ya no deseaba comerse el mundo. Sólo deseaba poder responder a esa pregunta que un estribillo le había planteado una y otra vez.


Cuando él llegó a casa no se levantó a recibirlo. Llevaba varias horas sentada en el sofá, sin sacarse esa dichosa canción de la cabeza. Él la miró. Por un instante pareció que iba a decir algo, pero no lo hizo. No quiso preguntar. No quiso enfrentarse a ninguna respuesta. Ella tampoco.
Y siguió sentada en el sofá, ya en la oscuridad, tarareando mentalmente… “¿Quién puso más?...”.

--- xxx ---


¿Quién puso más?
(Víctor Manuel)

viernes, 12 de febrero de 2010

Me confieso (mi dulce pecado)


Fotografía: "Feeling", de Mirabilia Images

Me confieso culpable de la avaricia
de querer atesorar tus minutos,
tus palabras y tus caricias.
Tus versos y tu silencio,
que mudo murmura
un antojo compartido.

Me confieso culpable de la envidia
a los miedos que te abrazan y poseen,
a los recuerdos que no abandonas
y te mecen en la nostalgia,
a los sueños que construyes
ignorando mi presencia.

Me confieso culpable de la pereza
con que enfrento cada asalto
de esta historia de idas y venidas,
de los quiero y no puedo
que estorban indolentes
nuestro sueño sosegado.

Me confieso culpable de la soberbia
con que ignoro la magia
de la palabra perdón,
que siento pero callo
frente a cada una de las heridas
que revive mi pertinaz torpeza.

Me confieso culpable de la ira
que tu distancia solivianta,
de la furia con que mis labios
te reciben en cada regreso,
y con que mi cuerpo entregado
engulle tu descarga.

Me confieso culpable de la lujuria
que despierta tu nombre,
del deseo de amanecer
llenándome con tu miembro
resucitado por enésima vez
en una noche de lascivia y poesía.

Me confieso culpable de la gula
de saborear todos tus besos
y de querer degustar el placer
de tus manos en mis pechos,
tu ritmo en mis caderas
y tu boca susurrándole a mi sexo.

Y me confieso culpable
de la inocencia de mi sueño,
de tejer la fantasía
de permanecer a tu lado,
de llenar tu presente,
mi dulce pecado.

--- xxx ---

He pecado
(Andrés Cabas, Orishas y Enrique Bunbury)

He pecado, he pecado
mira no te acerques a mi lado
amé con las fuerzas de mi corazón
y eso hoy día hace daño

He fallado, he fallado
te di todo y no pedí ni el cambio
amé sin pena y sin condición
como me lo han enseñado

Y traigo pedazos de mi corazón
traigo pedazos de mi corazón en las manos
y vengo a matar y a dejar tu recuerdo
vengo a matar y dejar tu recuerdo en el piano
pero vive tu imagen revive y se sube a mis brazos
llega ardiendo a mi garganta
y me hace gritarle a los cielos
que no me arrepiento
que no me arrepiento y que vuelvo a tus brazos
mi dulce pecado

He pecado, he pecado
por desearte más que demasiado
te amé sin medida, te amé sin control
y eso niña hoy lo pago

He tratado, he tratado
de quererte menos y he fallado
no supe de reglas, te amé mas que a Dios
y eso sí, eso sí que es pecado

Sigo contigo hasta el fin, mi dulce pecado.

lunes, 8 de febrero de 2010

Llueve de adentro




Llueve de adentro,
ahí donde el mañana no existe,
ahí donde el hoy, esquivo, duele.

Llueve de adentro,
torrencial anega este sentimiento
que surge muerto antes de nacer.

Llueve de adentro,
rítmica letanía golpea las ventanas,
que por no verte prefieren ser ciegas.

Llueve de adentro,
moja las palabras que nacen torpes
a fuerza de no hallar el nido preciso.

Llueve de adentro,
ahoga el grito que jamás has de oír,
ahoga palabras este llanto por ti.

--- xxx ---

(Joan Manuel Serrat)

Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar.
Ay, mi amor,
sin ti mi cama es ancha.
Ay, mi amor
que me desvela la verdad...
Entre tú y yo, la soledad
y un manojillo de escarcha.

viernes, 5 de febrero de 2010

Irresistible




Juegas con la mirada. Sabes transmitir fuego con tus ojos y lo lanzas directamente al centro del goce. Imposible resistirse.

Juegas con las palabras. Sabes llegar con ellas a la doncella de la torre más alta, ablandar al corazón más duro, o derretir la presencia más gélida. Imposible resistirse.

Juegas con las manos. Sabes desplegar caricias que bajan puentes, abren fortalezas y accionan todos los resortes del placer. Imposible resistirse.

Juegas con tus labios. Sabes de besos prohibidos y de besos esperados por largo tiempo, de los furtivos y de los detenidos en el tiempo. Imposible resistirse.

Juegas con tu actitud. Sabes dirigir el juego, hipnotizar las voluntades y desvanecer las reticencias. Imposible resistirse.

Juegas con tu cuerpo. Conoces los tiempos y el ritmo perfectos para elevar a una mujer al cielo y mantenerla sobre una nube de gemidos y suspiros. Imposible resistirse.

Juegas... Sabes del placer de jugar y sabes contagiarlo. Imposible resistirse.

--- xxx ---
Puro teatro
(La Lupe)
Igual que en un escenario
finges tu dolor barato.
Tu drama no es necesario.
Yo conozco ese teatro.
Fingiendo,
que bien te queda el papel.
Después de todo parece
que ésa es tu forma de ser .

Yo confiaba ciegamente
en la fiebre de tus besos,
mentiste serenamente
y el telón cayó por eso.

Teatro
Lo tuyo es puro teatro,
falsedad bien ensayada,
estudiado simulacro.
Fue tu mejor actuación
destrozar mi corazón .
Y hoy que me lloras de veras
recuerdo tu simulacro.
Perdona que no te crea.
Me parece que es teatro.

Yo confiaba ciegamente
en la fiebre de tus besos,
mentiste serenamente
y el telón cayó por eso.

Perdona que no te crea
me parece que es teatro.
Pero perdona que yo no te crea,
me parece que es teatro;
lo tuyo
lo tuyo es puro teatro.

lunes, 1 de febrero de 2010

Ay!

Se me antoja tu boca
regalo de una noche
que me dejó esperanzas
de otro beso que toque
(Francisco Céspedes)




Ay!, que se cansa el alma
y el corazón no puede tirar por los dos.
Ay!, que el corazón quiere correr
y la razón le pone la zancadilla.
Ay!, que el deseo se desboca
y se empeña en ir por libre.
Ay!, qué revolución hay en mí
Ay!, que no la vi venir
Ay!, que estoy así por ti

--- xxx ---

Se me antoja
(Francisco Céspedes)

Se me antoja tu vida
cada vez cuando pase,
se me antoja mirarte
cuando encargas la risa,
y no quiero dejarte
sin mañana en los ojos
con capricho de todo
de todo y lo que falte.

Se me antoja tu boca
regalo de una noche
que me dejó esperanzas
de otro beso que toque.
Las lunas de este sueño
que he inventado contigo,
prefiero ser tu amante
y luego ser tu amigo.

Y voy a darle la risa
que falta a tu voz
y voy a darle a tu vida
una nueva ilusión
y voy a darle toditas,
a tu alma,
las ganas de hallarme
las ganas de hallarme
en una canción.